martes, agosto 23

Deja vu...

Hoy  en lo más profundo de mis sueños, te vi; vi tus ojos pequeñitos como de un dibujito constelado de estrellitas, las más brillantes del universo; de un universo boca abajo extraño y retorcido. Lo siento tanto, tanto  Stguito...

miércoles, agosto 3

Perpetuidad del Invierno



A mitad del desayuno pensó que debía ser tarde, y se apuró a sacar el auto de la cochera. Al revisar sus cuadernos de dentro de la mochila notó que había olvidado el de semiótica, subió a su habitación cogió el cuaderno y la chaqueta colgada en el espaldar de la silla; condujo lo más rápido que su auto le permitía.

El semáforo que da a la universidad lo detuvo, quitó la mirada del camino un momento, vio el reloj del tablero que daba las ocho y treinta. Llegaría tarde a la primera clase y se quedaría afuera al igual que ayer.

-Llegaré muy temprano a la segunda clase- pensó para si mismo, lamentando haber dejado su café a medio acabar.

El semáforo indicaba el paso, cómodo con respecto al tiempo puso en marcha la maquina saboreando el resto del paseo, mientras el sol se filtraba por el parabrisas y un viento fresco le rozaba la mejilla.


Aparcó en el lugar de siempre, detrás de la biblioteca, tomó el libro y la chaqueta con total displicencia dirigiéndose a la segunda planta. Mientras se adentraba en el edificio sintió el aire frió atrapado en las paredes, sujetó el cuaderno con la boca y mientras subía las escaleras introducía los brazos en la chaqueta. Acomodándose el cuello de la camisa y aún con el cuaderno en la boca giró en el trayecto de las escaleras y  por reflejo retrocedió de un salto, al casi atropellar a la chica con fachita de modelo que, de seguro, no olvidaría al pasar, se movió cediéndole el paso y ésta se movió con él, en el mismo sentido. Ante la peculiar forma de llevar el cuaderno ella le lanzó una mirada burlona con esos ojos color miel avellana; él, avergonzado, sujetó el libro con sus manos y rápidamente se hizo a un lado. La chica muy delgada, de miembros bien proporcionados siguió su camino cimbreándose ligeramente al bajar las escaleras.



La sensación que le dejó el casual incidente, era lo más cercano a una reminiscencia, como de quien mira un retrato anónimo esperando ser debelado. El resto de las clases fue un divagar en el cuadro sin terminar, el tiempo pasaba a través de él  deteniéndolo absorto por obra del azar en la sombra del lienzo. Sin notarlo, estaba devuelta en su auto, encendió la máquina y la puso en marcha. A medida que avanzaba, como arena echada al viento los recuerdos de nada  lo abandonaban, sus sentidos se perdían a través del haz de luz  que descendía y reposaba en el vehículo cubriéndolo por completo en un cálido resplandor que lo hizo sentir, sentir... 


Embargado de emoción muda al contemplar su espalda cubierta sólo de su cabello castaño, que  se mece suavemente en el vaivén de sus cuerpos desnudos, amándose. Él la tomó de la cintura como si pudiese ceñirla con sus dos manos, aprisionándola a su cuerpo. El haz de luz inundo  la habitación, se apoderaba de él otra vez induciéndole un vahído agonizante, ella lo contemplaba con tierno deseo a través de los ojos color miel avellana de brillos constelados, revelándole colores y formas  que descansaban en el lienzo desconocido, mientras que lentamente perdía la conciencia en el cálido resplandor.



La náusea le ganaba la garganta, sintió un líquido espeso recorriendo su cabeza hasta llegar a su rostro, trató de tomarse la frente pero no sentía el brazo derecho, intuyó que estaba atrapado entre los fierros retorcidos. De la ceja brotaba sangre a sus ojos, liberó la mano izquierda para limpiarse la sangre que obstruía su vista. Se quedó contemplando su mano, mas no por la sangre deslizándose por sus dedos sino, por el anillo en el anular.
- Se siente cálido como el verano- pensó, mientras escucha voces extrañas que piden ayuda a gritos. Sus ojos ya cansados lo llevan al día que la conoció en las escaleras de la universidad o las muchas tardes, que lo emocionaba verla desnuda tendida en la cama de su habitación esperando amarla…sombras que lentamente se desvanecen al igual que él en la profundidad de la membrana oscura de sus ojos.